(Estoy algo monotemática estos días, y es que la "tinta" con la que escribo viene de adentro; no podría escribir de otras cosas ni haciendo fuerza.
Tengo dos opciones: silenciarme unos días hasta que se me "pase el tema", o seguir repitiéndome en unos cuántos post más para, en una catarsis vital y feliz, poder "sacarlo todo afuera como la primavera...(ya que) nadie quiere que adentro algo se mueeeera".
Dicho esto, adivinan cuál es la opción que tomo. El que se aburre de leerme, sea libre y feliz de partir.)
Hay sueños de corazón adentro, que no se tejen en uno o dos días, sino que tienen mucho que ver con lo que somos, con la vida que nos atraviesa. Se nos salen por los poros, deseamos abrirlos, contarlos, compartirlos. Al menos así lo experimento.
En ese contar, que no es a los cuatro vientos ni a todo el mundo, van apareciendo espectadores/testigos, cómplices, y compañeros del sueño.
Los primeros son aquellos que anoticiados de lo nuestro, van variando entre la indiferencia y el entusiasmo -con todos los matices intermedios- pero no se sienten particularmente afectados. Simplemente nos miran soñar. No es una cuestión de más o menos cariño. Los hay que nos aprecian realmente mucho pero que no pueden entender o sentir con nosotros esta vez.
Otros, los cómplices, pueden sintonizar el corazón con nosotros, pueden ver más allá de lo externo. Intuimos que algunos están dispuestos a velar a nuestro lado por lo que nos mueve hacia adelante, por lo que nos ilusiona.
Y los hay, que no solo son cómplices por su don de celebrar nuestra alegría, sino que se vuelven por puro regalo de la vida, compañeros de sueño. No necesitan explicación, no nos oyen desde fuera. No les da igual. Uno puede sentirlos y sentirse ensoñando lo mismo.
Ahora, dos anhelos muy míos, se ponen en movimiento.
Quienes me siguen en el blog saben, porque lo escribí muchas veces a lo largo de estos años, que un sueño muy especial desde hace poco más de 25 años, es poder viajar a Italia alguna vez.
Por estos días, mi amiga-hermana, mi cómplice y compañera de sueñoitalia; adelantó sus pasos siendo parte e invitada en el sueño de otro. Sus pies y sus ojos recorren y miran también por mí, lo sé. Como sé también que es la única persona que puede entender desde dentro, ahora más que antes, cuánto significa para mí este sueño en particular. Celebro sus pasos, sabiendo que aunque he viajado en el corazón de otros amigos, esta vez es la más especial de todas.
Y lo otro es que empecé clases de canto. Para muchos es algo intrascendente, pero para mí es algo especial. Hace poco más de 20 años alguien decretó que no podría hacerlo, y aún siendo algo que deseaba tanto, le creí. Será que ahora no tengo ganas de relegarme, será que prefiero creerme a mí misma el sueño y las ganas, será que poco o casi nada me importa lo que piensen los otros esta vez. Y en esto también: cómplices y compañeros de sueño me alientan y celebran conmigo.
Hoy escribo sobre todo para decirles gracias a quienes saben que están entre estos dos grupos: CÓMPLICES Y COMPAÑEROS de sueños. Gracias por ayudarme a creer, por encender mis propios fueguitos interiores, por la ilusión compartida. Gracias por regalarme esa alegría.