viernes, 6 de febrero de 2015

Misión III - si estás entre volver y no volver...



Volviendo o yéndome. 
Tienen en común que "me dicen" en movimiento, pero no tengo por seguro cuál es el punto de salida para este momento. Parte de mí regresó a mi casa (en el caso de que fuera VOLVIENDO), mis cosas, mi trabajo, el cotidiano que era antes de la misión. El resto de mí, no vuelve todavía. 
Si se tratara de YÉNDOME debería decir que solo ha partido a mi ciudad mi corporeidad, y que mente y corazón todavía se "alojan" en Junín de los Andes y alrededores.

Todo el tiempo me descubro haciendo referencia a lo vivido estos días, desde lo más trivial como la comida o el aseo, hasta lo más especial como los momentos de encuentro con la gente, o de oración en la comunidad de misioneros, pasando por todos los matices de emociones, compartidas, tiempos, etc. 

Cada minuto trae consigo un recuerdo, un nombre, una expresión, un gesto ("según vo'", "daaale?!", "que hermooooso", "cocino para uno", "aaaa la fresca", "Qué!??", "oh sí sí claro que sí, por supuesto que sí", "asientito"... regalo intra grupo que me permito).

Algo en mí cambió. 
Mi amigo desde lejos me hace ver que no tengo que dejar Junín, que puedo -y de hecho creo que lo estaría haciendo- llevarlo en mí, en el alma, dentro. Ahora pienso que la misión y este lugar que para mí es tan especial son muchísimo más que una anécdota,o un tiempo compartido,o la posibilidad de conocer a otros deseando lo mismo.  


Si Junín queda dentro se resuelve el dilema: ni volviendo ni yéndome. Ya es parte de mí. Cada encuentro con otro, en donde Dios nos ha hablado al corazón -a todos- se vuelve un santuario en el alma donde poder descansar-se, rezar, silenciar los ruidos, sentirse en casa una y otra vez, y encontrarse aún en la distancia con cada persona-clamor-mirada que en estos días nos hicieron ver la vida con ojos despejados, mirada nueva, corazón templado para recibir, para darse, para el encuentro.

Entonces, la misión se vuelve réplica en cada vivencia que ahora tenemos entre manos: nuestro trabajo, ocupaciones, las personas que ahora nos rodean, los afectos, el modo de rezar, la disponibilidad de tiempos, la austeridad con la que podemos vivir, la atención con la que escuchamos a quien se nos acerca.

Ahora empiezo a sentirme "en casa" de un modo nuevo. Y misionera también de un modo distinto.

Ni volver ni no volver: SER y ESTAR enter@ donde se esté. DENTRO es el lugar en donde todo va re-construyéndose, haciéndose nuevo, invitándonos a vivir una vida que valga la pena ser vivida para nosotros y para los demás. No para quedarnos encerrados en nosotros mismos, ni añorando nada, sino para ser verdaderos testigos del Resucitado..

"¡No nos quedemos al margen de esa marcha de la esperanza viva!" - Evangeli Gaudium

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